8 sept 2010

Mayonesa


Por Dafne V.S.


Malacarariso canotraprofundoprograma satisfactores

Bubos,no te entiendo.salta Pateras tototodotodo dice algo ,Pero se que es una excusaz<=alumnos.
Mecánicos Culiacán poruque sepaFui a buscar trabajo.Miedomuchomiedo. Nada .Cris Gonzalez
¿Alguien Más? Estalló una plaga de gusanos ,seburlan de mi.Apartamos al infectado.Se llama Robertotratamos de salvarlop con pases mágicos.flores de CEREZO.ADmirame.lwisufh bwliuthngaeñofgk.k.dtñ: ¨0, ;-)Muy sencillo formato.
PErverdo,PerVERSOo alcanzaremos.está perdido, pérfido.WEishenme Ammçericana.labilis amarilla, la sangre….no dç se! I am kind of glad that is over.

Bebe de misbesos de vampiro.Cuando la violencia ¡Se estresó!
Regreso a mi cuerpo en una voltereta, deteniendo la misa satánica(Octágonos)sin katana, ni espándexxx.mi vcama v tibia.Ya no oooo hay demonio.SISI CI VOGLIO ANDARE¡YAAAAAA!
No ¿Te amo?Cashews medicina y vigassss de

Reemplazar español por una bandera falsa av pag teskvckljfñkfkjhñghñziuhgwíADIJ´5HJUT9FYHÑK7P5 SI.

7 sept 2010

Surrealisme Parfait



Por Arehf Palacios

La muerte estaba en cualquier lado, pero ahí. Junto a la sangre en su cara, junto a sus mejillas rosadas, dentro de sus fuertes alaridos, dentro de sus ojos hinchados por el llanto. Ni la idea más mínima cruzaba su mente de lo que estaba sucediendo, pero sin duda el sonido había sido razón de más para asustarlo.
Y seguía… seguía llorando. Berreando cada vez con más fuerza, hasta inyectar su rostro con el rojo de la incertidumbre, el rojo del miedo, el mismo rojo que lo manchaba. Y seguía gimiendo… aún en los brazos de aquella que le había estado cargando hace unos instantes, aquella de quién probablemente tendría el único recuerdo, aquella quién todavía era parte de él, aquella quién era comida, regazo, tranquilidad, calor… aquella quién yacía en el suelo con una bala en su cuello.

Y seguía llorando…



“¿Por qué?” Tal vez habría sido lo único que doña Eugenia se hubiera preguntado si hubiera tenido más de ese segundo que tuvo para darse cuenta de lo que sucedía. “Cuándo a uno le toca, le toca” solía decir siempre que se comentaba algo sobre la muerte a la hora de la cena.
¿Existiría al menos un premonición en ella, alguna voz, alguna sensación, algo que le hubiera susurrado en una esquina de su alma que hoy le tocaba?
Justo hoy, después de venir rumbo del mercado Alcalde, donde compró la fruta que picaría para llevarla a la comida del voluntariado con sus amigas de tantos años, todas que como ella habían sido enfermeras, y ahora, incluso después de jubiladas, seguían ofreciendo caritativamente sus servicios.
¿Se habría imaginado Doña Eugenia, si quiera una vez en su vida, que la muerte llegaría a ella tan fugaz, tan inesperada, tan en forma de un diminuto bólido que le destrozaría la mitad de su cara?


No podía haber escogido peor día para morirse. Aunque fuera domingo y tuviera que trabajar. “Nadie puede trabajar en domingo” era en lo único que pensaba. Pero tenía demasiado trabajo atrasado. Lo que no sospechaba era que cuándo llegara a su oficina, llegaría también Estela, su joven secretaría, con el pretexto de haber olvidado algo el día de ayer. Ella lo comenzaría a seducir y él terminará fornicándola sobre el escritorio, derribando todo los papeles que se disponía a archivar. Después de una calurosa hora, se sentiría liberado. Trabajaría el doble de rápido, llegaría temprano a casa, besaría a su mujer en la boca, jugaría con sus niños y dormiría apaciblemente. A la semana siguiente despedirían al imbécil de su jefe, lo promoverían a un puesto en el extranjero y entre tanta felicidad pensaría en por fin romper las cadenas de su matrimonio y largarse con Estela hacia su nueva vida.
Pero eligió pasar por la plaza, para acortar camino...
Y en lo último que pensó, mirando hacia el cielo, fueron sus hijos.

Víctor nunca fue un muchacho extrovertido, por eso cuando la tecnología llegó, pasaba todo el tiempo que podía frente a la computadora; por eso cuando pudo dejar crecer su cabello, se comenzó a peinar de esa manera; por eso dibujaba mientras el profesor daba la clase.
La primera vez que ella se le acercó, miró su cuaderno y le dijo: “Me gusta tu dibujo”.
Él pensó en ofrecérselo pero ella se adelantó a pedírselo. Al dárselo, ella sonrió agradecida. La siguiente semana ella se sentó a lado de Víctor para verlo mientras dibujaba, le llamó para que comieran juntos durante el receso y hasta le propuso que salieran el domingo para comerse una nieve. Víctor estaba sorprendido y, aunque no lo aparentara, embelezado.
Luego de comprar la nieve y caminar por un rato mientras platicaban, es decir, mientras ella hablaba y él escuchaba; decidieron sentarse en la fuente.
Víctor murmuró que no le gustaba mucho esa plaza por el vulgar espectáculo que montaban los payasos. Ella le dijo que tenía un poco nieve en la comisura de la boca, y antes que él hiciera algo al respecto, ella se acercó y la limpio con un tierno beso. Víctor entendió lo que debía hacer y respondió como lo había estudiado de las películas. Fue mucho mejor de lo que se imaginaba. Se miraron por un eterno instante, después hubo ruido sordo, luego un par de gritos, luego otro ruido sordo y más gritos, antes de que ambos comprendieran lo que sucedía, Víctor sintió un terrible ardor en el pecho que lo derribó dentro de la fuente y al sumergirse ya no alcanzó a escuchar los gritos de ella, sólo sintió como todo caía en penumbra y se apagaba.

Y el agua comenzó a teñirse…


“¿La vida, cuándo fue de veras nuestra? / ¿cuándo somos de veras lo que somos?”
Se preguntaba esto el viejo vagabundo mientras agonizaba. Cómo si jamás lo hubiera leído en ningún lado; cómo si la pregunta naciera de lo más profundo de sus arrugas, de lo más ebrio de su corazón, de lo más mugroso de sus pies, de la más vieja de sus cicatrices, de la tripa más perforada de su sangrante estómago.
“Soy otro cuando soy, los actos míos / son más míos sin son también de todos, / para que pueda ser he de ser otro, / salir de mí, buscarme entre los otros, / los otros que no son si yo no existo”
Seguía el triste teporocho con sus ojos terriblemente acuosos, casi entrecerrados, con su boca como una mina derrumbándose. Sus manos intentando sujetar su vientre para aminorar el flujo escarlata. Desprendiendo trozos de su ropa para utilizarlos de vendaje.
“Vida y muerte / pactan en ti, señora de la noche, / torre de claridad, reina del alba / virgen lunar, madre del agua madre / cuerpo del mundo…”
Ya no pudo seguir… quiso dar un trago a su Tonaya, pero se derramó todo sobre la cara. Rendido, alejó sus manos de la herida, escurriendo sangre las llevó a su pecho; recargó su cuerpo sobre un costado, junto las rodillas y cerró los ojos lentamente.

“La vida… ¿cuándo fue de veras nuestra?”




Un sujeto sale de su casa un domingo durante el medio día. Lleva en uno de sus bolsillos un pistola cargada con siete balas. Camina por Avenida Juárez hasta llegar a Plaza Universidad. Se detiene en medio de la multitud. Saca una venda de su bolsillo, la amarra alrededor de sus ojos. Saca el arma de su otro bolsillo…

6 sept 2010

acuarela epoché




Por Fó

me resigno a confiar en las palabras cuando entras en escena.con tus pechos de paja y agua desafiando a mi luna dactilar.subiendo escaleras hechas de serpientes.de besos desordenados.no hay mas revolver en mi lengua. juraste que no volveriamos a hacerlo.Después de encerrarme en vaivenes anónimos.abres los ojos a rayas como un tigre mojado.esos ojos que hacen llorar a la lluvia.y dices que no hay tiempo.con nieve bajo las uñas.te inclino sobre mi piedra de carne.aleteo fragancias en Do mayor.mientras succiono una montaña de medusas de entre tus labios.pero dices que no tenemos tiempo.masticas un relámpago sexual que le canta un himno ciego al tiempo.es media noche y caen pajaros de tu entrepierna. son joyas macabras y perlas siniestras. te veo pero no te entiendo.pierdo el tiempo tratando de entenderte cuando dices que no tenemos tiempo. que jamás lo hemos tenido y que yo nisiquiera tengo tiempo para terminar est

La poetiza


Por Fernando Azul

De tus ojos, lluvia ácida / x=y

Flores diáfanas y acerrín.

En mi cabeza llora tu existencia

y en tu paleta, colores sin oxígeno.

Psicótico cianótico / dolor óptico

Desvelo maternal y una uña al revés.

Acaríciame.

Frío


Por Stoné

Cuando se apague el cigarro llegarás,
desde el viaje que tiembla en tu boca,
sedienta de lluvias fingidas,
la que se transforma en ciudad escasa de puentes que cruzar.



Y el arcoíris deprimido
que nace de estrellas podridas (anoche, durmiendo en la luna,
desde el cielo vulgar he soñado que se han suicidado)




¿Y lo que nadie esta saboreando consciente? ¿A dónde fue?
El sonido anfitrión está como siempre, visitándome,
soledad que se va y me miente,
y vuelve para demostrarme que es leal
está entre muros no construidos
y estamos caminando por ellos… ahora mismo … en vertical…
llenos de polvo y olvido,
igual que el beso incluido en la bebida
que se ausentó del hígado
dentro del fantasma con el que acabas de llegar, (el que suspiró la niebla
que nos deja ciegos, hasta
la mañana…. la que se
quedó sin ninguno,
sin nada)




Entonces me despierto pensando que es ayer,
los tenis se han camuflajeado de mi cuarto,
creo que se escondieron asustados
debajo de la cama
¿Quién está durmiendo? ¿Quién sueña con qué?
Me quedé descalzo…
y grita la canción que esta de fondo
y que quizás más tarde
me dejará decidir soñar otra vez,
soñar un poco más, (¿¿ o dejar de soñar, tal vez??)



Recordé que dijiste que me relatarás todo,
y esperé…
y sigo esperando…
proveedor de veneno y amnesia adictiva,
te sigo esperando,
fumando por la acera (por la que me perdí buscando
la escalera en sepia,
deseando ser yo otra vez)





Se esfumó esta página quemada.

El regreso del silencio empieza hoy,
lo entiendo y nos refugiamos
en el pensamiento que acabamos de inventar.

Cocainejo


Por Mosca

En ésta habitación vive una mujer vestida de soledad, de brazos secos y piernas saladas,
con su aroma de cangrejos azules y playa incrustados en el cuello.
Mis ojos y la cama se manchan de calor, el aire se vuelve espeso y mis libros
son arboles viejos que se pudren sin niños que se suban a ellos.

Del bolsillo de mi pantalón sale un conejito color blanco.
Viste un extraño traje de plástico color azul trasparente que
deja ver sus intestinos formado por miles de estrellas y planetas diminutos.
Me queda viendo sin ojos pero con una pose de rey escoses,
me sonríe con miles de hileras de colmillos que tiene más risas dentro de ellos.
De dos pasos se vuelve mi nariz y mi garganta, se incrusta en mi cara, me vuelvo velocidad,
una larga hilera de golpeteos cardiacos que mi corazón no soporta, tanto que sale corriendo y se avienta por la ventana.

El conejito blanco empieza a caminar alrededor de la recamara,
observa todo detalladamente hasta las nubes de asbesto que están amarradas con alambre al foco del techo,
se encuentra la guitarra, empieza a hacer ruidos al rozar con su aliento sobre las cuerdas,
las notas viajan rápidas y arrítmicas, notas dulces que me mecen entre mocos con sabor a tabaco,
que se atascan en la puerta y no deja pasar a los dioses deseando entrar.

El conejito se sube a una mesa de arena derretida,
se empieza a deslizar y quitarse la ropa de plástico,
se desnuda como ángel en parto, patina en líneas cortas y gruesas, se expande en todo el mar de paciencia.
De la nada, se vuelve todo, desde el mundo entero cargado por más conejos hasta la costra en mi brazo.

Mis dedos giran a miles de revoluciones por segundo,
pueden sentir hasta el dolor de patos canadienses en el gran lago Té del norte.
Mi cerebro se empieza a licuar con frutas exóticas que voy cortando de las cenizas de cigarro que hay por todo la mesa.
Trato de pararme sobre el mar que está a mis pies, se hunden, me pierdo.

Empiezan a salir más conejitos de mis bolsillos, de los cuevas que hay entre cada libro,
de los sabanas, todos se reúnen en la mesa de arena derretida. Esto se vuelve una playa nudista de conejos,
una orgía de estrellas que se cogen por los cráteres con cometas y sus largas estelas.

He creado un Big Bang, más rápido y decente. Oh, ahí viene otro conejito.

Rêve et âme


Por Petit Magdaleno

Sigiloso y pensativo, mis ideas de arena desmoronándose sobre los cuarzos.

Tan seco como el alba de una luz roja; entre mis pasos siempre están tus ojos, sé q' al respirar siempre choko kon tus labios.

Que maldito el cielo q' se esquina vigilante!

Yo no kamino, el espacio es el q' fluye.

Y a todo esto, q' paso kon el arco iris? Solo se desintegro, y q' hay kon esas nubes en espiral? amenazan con saborear mi aura, entre mas pánico mas enmudezco.

Si fuera tan fácil ser mi alma, si fuera tan fácil ser mi sombra.

Donde quedo el nirvana?

La soledad se vive mejor con 2 de azúcar.

Mas rápida la luz! mas rápido... y mi sangre eyacula de mis arterias.

Que tanto dices? que tanto tus palabras materializan en el viento? porq' siento la sal en mi corazón? para q' digo q' sueño y no es cierto?

Te de Mandrágora, esa será la respuesta? mientras lo averiguo, comparto en silencio el orgasmo de Eco...

Q' pena sufrimos ambos, que bueno q' nos una el erotismo y nuestra piel desnuda.

A todo esto...

Tantita lofofora y ya m' encarcela el éxtasis.

Pero no olvido q' mis ideas son de arena, q' el cuarzo nunka estuvo, q' siempre tengo encima tus ojos.

Respira/ Pasión

Respira profundo/ trankilidad

...

"Que sueño"

Pensé que el mundo m' tragaba y q' todos eran humanoides de madera tallada.

Musicalmente hablando, nunca eh dormido; pero la puesta de Sol me indica q' ha terminado mi tocata.

Ahora muero
me desvanezco

Y de todo lo q' desee...

Ahora solo quiero tus manos, tus ojos encima de mis bostezos y tus labios en los míos.

Q' paso con el arco iris? Pues q' solo estallo; pero no era tan real.

No mas de lo q' es tu alma y este sueño.