19 may 2010

Negra.

Por Mosca

“…Stevenson acaba de llegar a Marsella, después del largo viaje de Lyon, lo único que quería era una cerveza bien fría y poder ver a Gabrielle, aunque eso era imposible pues en Marsella no vendían una buena cerveza y ella estaba del otro lado del mundo…”

-¡JAVIER!

El tecleo de mi vieja Olivetti dejó de sonar, giré la cara hacía la puerta que estaba abierta.

-¿Qué fue?- Respondí.-Ven, ayúdame con estos paquetes.-Estoy trabajando.-No chingues Javier- Se asomó a la puerta- eso no es trabajar, deja de creer que escribir cuentitos es un trabajo.

Miré la hoja blanca prensada por el rodillo. Cómo es cuando en verdad le pones atención a algo le descubres cosas que no imaginabas. La hoja tiene unos relieves, surcos, caminos, tal vez cada hoja sea única y eso delinea lo que puedes hacer y escribir en ella. Mis manos se pusieron tensas, se contrajeron con furia. Cerré los ojos. “Pinche Negra, en que momento decidí coger contigo” pensé. Me levanté para ayudarte.

Cuando te conocí acababas de empezar el negocio de la jodida papelería. Los seis años que me llevas me hacían pensar que eras madura y eso me atraía. Coger con una treintañera. Pero que sorpresa me llevé, solo eras una tonta niñita que sabía moverse bien en la cama. Pensabas y hablabas pura estupidez, nunca decías nada que me provocara interés. Lo único que me atraía de ti era la gran disponibilidad para cuando tenía ganas de coger. Pero como un cruel juego del destino (prefiero decirlo así, porque realmente fue una tontería) quedaste embarazada. No podía creerte cuando me lo dijiste. Me puse paranoico, pensaba que solo me habías usado para embarazarte porque ya se te iban los años y en sí yo era el único que se atrevía a cogerte. Todo después de ello fue un desastre. Mi moral por no dejar un hijo al desamparo de no tener padre me jodía, pero no advertí lo difícil que sería vivir contigo, si apenas podía soportarte un par de horas cuando salíamos, no sabes lo difícil que era tener que verte todos los días y ver como engordabas, más, y que lo poco o casi nada que me atraía de ti, ya no lo podía hacer. Pinche Negra, cada día era más difícil. Tú y tu puta gordura, y tratándome como un sirviente.

Te ayudé a subir los paquetes al estante porque ya a tus ocho meses de embarazo no podías hacer nada de esfuerzo. Regresé a mi cuarto a seguir escribiendo. Cerré la puerta.

“…ya en la estación, lo estaba esperando su gran amigo Gérard, que después de ocho años sin verse, por fin empezarían el viaje que planearon de pequeños…”

-¡JAVIER!

Dejé de escribir. Mis manos se volvieron a poner tensas, rígidas, duras, furiosas.

-¿Qué?-¿Fuiste a buscar el encargo a la casa de mi madre?-No. Dije que iría en la noche.-Ve ahorita.-Estoy escribiendo.-Entonces haz algo de provecho y ve a buscar lo que nos envía mi madre.

Pinche Negra, solo porque traes a mi hijo dentro, si no, si no… Mi vida se ha vuelto miserable, al menos me queda la dicha que dentro de poco veré a mi primogénito.

-Javier- Tocaste la puerta.-¿Qué fue?-¿No vas a ir?

Me paré y abrí la puerta.

-Con una mierda, que sí- Te grité.

Tus ojos se expandieron. No decías nada. Solo estabas ahí, “gordamente” parada. “Joder, me enfermas” Pensé. Cerré la puerta y volví a mi lugar.

“…se dieron un fuerte abrazo, se aprisionaron en esos viejos y empolvados recuerdos de cuando eran niños…”

Tocaron la puerta. Guardé silencio. Miré a la ventana que estaba frente a mí. El día se ve agradable, tal vez debería ir a caminar y fumarme un cigarrillo en el parque. Volvieron a tocar la puerta.

-¿Quién?-Javier, tenemos que hablar.

Me levanté para abrir la puerta. Te vi con lágrimas en los ojos. Con una tristeza fingida. Me abrazaste y te soltaste a llorar como si hubiese muerto tu madre. Sentí el asco recorrerme toda la médula. Tus brazos gordos alrededor de mi cuello, tu cara gorda en mi hombro y tus ojos gordos derramándose en mi camisa. No me moví ni un centímetro. No traté de consolarte. Solo me quedé quieto, esperando a ver a qué hora te me quitabas de encima.

-¿Por qué me tratas así Javier?-¿Así? Joder, déjame escribir.

Me soltaste y te cerré la puerta en la cara. Ya no me senté a escribir, me sentía algo asqueado. Me fui al sillón y tomé una cerveza del mini refrigerador. Amo el dulce de sonido de la presión liberada al quitar la corcholata. Le doy un trago y el reino de los cielos llegaba a mi lengua. Subí los pies al sillón y me quedé viendo el techo. “Pinche Negra, como me jodes”. Saber que toda mi vida tendré que estar ligado a ti por no saber calmar mis ganas de coger. “Idiota”, digo en voz alta. Cerré los ojos para concentrarme en lo que tenía que escribir. Tocaron la puerta. Ésta vez ni siquiera pensé en contestar, tal vez después de algunos intentos y notar que no respondía se iban a ir de mi puerta. Tocaron otra vez. Insistieron una tercera vez. Me levanté enfurecido. Abrí la puerta.

-¿¡Qué!? ¿¡Ahora qué!?-
Javier, por favor deja de gritarme, estoy embarazada, deberías cuidarme y quererme más.
-¡Pero si nunca te quise! Sólo estoy contigo por el bebé.
-No me digas eso por favor.
-Bien, no te diré nada si no vuelves a tocar la puta puerta.

Di un portazo. Me acerqué a tomar mi cerveza y le iba a dar un trago pero la rabia me subía más y más. “Pinche negra, me haces enojar tan rápido, tú y ese estúpido juego de: somos una pareja”. Ya solo falta poco menos de un mes para que nazca y todo cambiará. Me lo llevaré a un viaje por Europa, sí, iremos sin ti Pinche Negra. Solo un mes más. Sonó mi celular. Contesté. Me están invitando a una fiesta, hace mucho que no salgo por estar pendiente de ti Pinche Negra. Decidí ir. Tomé las llaves del auto. Salí a la sala y no te vi. No porque quisiese verte sino para evitar toparme con tu jodido drama de gorda. Abrí la puerta para salir.

-¿A dónde vas?- Preguntaste desde la cocina.
-A una fiesta.
-¿Y me vas a dejar sola? ¿Así como estoy?
-No jodas, pareces una pinche niñita. Ya estas grande para que digas esas tonterías.
-Pero estoy embarazada Javier, debes entender que necesito que alguien me cuide.
-Llámale a la pendeja de tu madre.
-No le llames así a mi madre, y bien sabes que ella está ocupada haciendo cosas de provecho, no como tú que la pasas todo el día encerrado ahí disque trabajando en historias tontas y sin gracia
- Por fin tomaste tu verdadera actitud.
-Nos vemos.
-¡JAVIER!- Te acercaste y me cerraste la puerta- Te digo que no me dejes sola.
-Oh, ¿me estás ordenando?
-Sí, te lo estoy ordenado pinche holgazán, nenita escribe cuentitos.

No me enojaba que me dijeses esas estupideces sino que creas que tienes un control sobre mí. No soportaba más, ocho meses llevando la misma puta vida, ya no aguantaba más Pinche Negra. Te solté un golpe. Un hermoso derechazo que te dio entre la mandíbula y la mejilla. El bello destello de mis nudillos haciendo esas ondas expansivas en cámara lenta en la gordura de tu cara. Sentí una gran excitación. Vi como caíste de espaldas sobre la mesita de la sala y luego al piso. Me miré la mano. Hay Pinche Negra, me estas excitando otra vez. Me fui sobre ti, y ahora te di con la izquierda. No me gusto. Te di con la derecha y sentí un placer efervescente. Te di otro, y otro. Veía como tu cara gorda se hacía carne molida.Te atizaba de lo lindo hasta que me cansé. Me recosté sobre el sillón, deje escapar unos suspiros cómo cuando terminas de coger, me quedé viendo fijamente el ventilador del techo que daba vueltas y vueltas “Joder, Pinche Negra siempre te he dicho que si no estás en la sala, que lo apagases”. Me levanté y caminé hacia la cocina para hacerme de un cuchillo. Fui a mi recamara y tomé mi maleta, metí ropa, dinero, mi computadoraportátil, la vieja Olivetti a su funda. Me acerqué a ver cómo te retorcías, “hay Pinche Negra, ni así me gustas un poco,”. Tomé el cuchillo y empecé cortar. Después de unos buenos y finos cortes, lo vi, vi a mi campeón, a mi bebé ahí acurrucado, lo cargué para subirlo a su portaba bebes. “Por fin solos” suspiré. Salimos de la casa. “Mira campeón, hoy en un bonito día para nacer y para viajar, te dije que iríamos a dar un vuelta por Europa ¿no? pues hoy cómo regalo de vida será ese día”

5 comentarios:

  1. Que final tan más cabrón... no me lo esperaba... De repente la forma "sucia" de contar la historia me hace recordar que la he leido en otra parte, en otros tiempos... pero qué la armo de pedo si me late un buen el realismo sucio... Buen uso del color, sin tocar las connotaciones racistas, porque sé que es Javier el racista, jaja.. Muy buen texto.. Me gusta!

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  2. Vaya, vaya!!!

    Qué denso...

    Al principio, pensé que la historia no pintaba para ser tan larga...

    Todo comienza de manera muy tibia. Las reflexiones del protagonista me resultan muy naturales, muy llevaderas. Y me hago una idea de lo que el personaje es como individuo en una situación sumamente difícil.

    El desarrollo es excelente. Todo va subiendo de tono, hasta que explota en algo que nadie anticipaba.
    Me deja una sensación de horror, mezclada con sorpresa.
    Es un verdadero crimen bien retratado en papel.

    Los detalles son estupendos. Los diálogos tienen mucha coherencia...

    El lenguaje me resulta un poco exagerado, pero creo que es un capricho mío. Considero que la personalidad del personaje justificaría totalmente eso.

    Buen trabajo!

    -Cristina

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  3. ese mi flais...
    a mi en lo personal
    se me hizo como si lo hubiera leido en otros lados con otros gueyes y otros ojos
    como si lo hubiera visto en una pelicula o algo asi... ahh es mi pedo pues!

    no hay nada que criticar
    bien hecho bien trabajado
    bien bien bien

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  4. Le fue mal a la negra... una historia interesante; un hombre que detesta al ser con el que supuestamente pasaría el resto de su vida muy bueno.

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  5. Es una de esas historias que dan la impresión de haber sido escuchadas/leídas en otra parte, y sin embargo, funciona bastante bien.
    Me fascina la intensidad y la crudeza del realismo que pones aquí. Y claro, el final es sorprendente, es un giro brusco, lo cual me encanta.
    Sólo tengo un pequeño problema con el lenguaje. Hay palabras que se repiten constantemente ("pinche" y "coger", son las que me saltan en la cabeza) y bueno, podría justificarse considerando la corriente y el carácter del personaje, pero la verdad es que me gustaría leer mayor variedad de vocabulario, algo ni tan crudo, ni muy elaborado, que tuviera cierta belleza estética y fuese comprensible a la vez.
    Por lo demás, es una gran historia: en verdad sabes atrapar y mantener interesado al lector.

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